Porque el instante
en que la palabra feliz
se pronuncia
no es nunca el instante de la felicidad.
Porque los labios del sediento
no hablan de sed.
Porque por boca de la clase obrera
nunca oiréis la palabra clase obrera.
Porque el desesperado
no tiene ganas de decir
"estoy desesperado".
Porque orgasmo y Orgasmo
son incompatibles.
Porque el moribundo, en lugar de decir,
"me estoy muriendo"
no emite más que un ruido sordo
que nos resulta incomprensible.
Porque los vivos
son los que rompen el tímpano de los muertos
con sus terribles noticias.
Porque las palabras acuden siempre demasiado tarde
o demasiado pronto.
Porque de hecho es otro,
siempre otro,
el que habla,
y porque aquel de quien se habla
calla.
H. Magnus Enzensberger
13 de octubre de 2007
Nuevos motivos por los que los poetas mienten
Capturado por Las del Muelle en 21:51
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